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Ticiano Rottenstein: Ruinas y Escombros que se Transforman en Memoria y Arte

Ticiano Rottenstein es un artista franco-brasileño que transforma ruinas en narrativa, explorando el encuentro entre memoria, entropía y arte. Con una trayectoria que comenzó en el graffiti y evolucionó hacia la escultura, sus obras resignifican los vestigios del abandono, creando un diálogo entre pasado y presente, degradación y renovación. Radicado en Seixal, Portugal, y doctorando en Bellas Artes por la Universidad de Lisboa, Ticiano investiga el impacto del Antropoceno y la decadencia urbana en la construcción de su poética. Conversamos con el artista sobre sus inspiraciones, el fascinación por el colapso y la forma en que su arte emerge de los escombros.

Fonte: Ticiano

Nacido en una familia de artistas, Ticiano siguió un camino diferente antes de dedicarse al arte. Durante años, construyó una carrera en el deporte y trabajó como gestor deportivo, pero fue en los años 2000 cuando tuvo su primer contacto con el graffiti, que inicialmente era solo un hobby. En 2013, tomó la decisión de dejar su profesión para estudiar bellas artes y sumergirse de lleno en el arte.

MashUp: Iniciaste tu trayectoria artística en el graffiti y el muralismo. ¿Cómo influyó esa práctica en tu enfoque actual en la escultura y las intervenciones urbanas?

Ticiano: El graffiti y el muralismo me enseñaron a ocupar espacios urbanos y a transformarlos, una urgencia por dejar marcas, ocupar espacios y resignificarlos, elementos que aún atraviesan mi producción artística hoy en día. Al migrar hacia la escultura, llevé conmigo esa experiencia de diálogo con el paisaje urbano y la convicción de que el arte puede contribuir a transformar la percepción del entorno. Creo profundamente en el arte insertado en el espacio urbano, donde confronta y dialoga directamente con las personas de manera democrática y accesible.

Después de años fuera de Brasil, Ticiano encontró en Seixal, Portugal, un escenario ideal para profundizar su investigación sobre el arruinamiento y la memoria industrial. La ciudad, marcada por la desindustrialización, moldeó su creación artística con el apoyo del municipio. “Lo que comenzó como una necesidad financiera se convirtió en un encuentro transformador. Esta ciudad no solo me acogió, sino que también moldeó mi investigación. Seixal, antaño un vibrante polo industrial, hoy marcado por la desindustrialización, se reveló como el escenario ideal para mi investigación artística, que explora el arruinamiento de la sociedad contemporánea, con énfasis en la ruina industrial. Más que un lugar de paso, esta ciudad se convirtió en un territorio de pertenencia y creación”, cuenta.

En 2023, su obra Cromeleque Post-Industrial tomó la Bahía de Seixal, utilizando materiales de desechos industriales para crear un monumento poético a la decadencia de la industrialización. 

 

MashUp: Su exposición Cromeleque Pós-Industrial presenta una reinterpretación contemporánea de monumentos megalíticos. ¿Cuál es el mensaje central de esta obra?

Ticiano: Este trabajo se presenta como un monumento poético a la trayectoria de la industrialización y a su inevitable decadencia. Conceptualmente, mi propuesta es una reflexión sobre el ciclo de creación y destrucción inherente a la sociedad moderna, transformando los residuos y las ruinas del pasado en un espacio de diálogo y resignificación. La obra toma como materia prima los vestigios de un pasado industrial “grandioso”, pero que hoy se muestra arruinado. Estos elementos, que en otro tiempo simbolizaban “progreso y vigor”, son reorganizados para revelar una nueva estética: un paisaje donde el abandono y la decadencia se convierten en memoria viva y catalizadora de nuevas narrativas.

Inspirado en los antiguos cromleques, que evocaban rituales y conexiones ancestrales, el trabajo propone un encuentro entre lo sagrado y lo profano. A la vez que remite a la fuerza de los monumentos históricos, cuestiona el significado del avance industrial, creando un puente entre la materialidad del pasado y las incertidumbres del presente.

Expuesta en Seixal, una ciudad que lleva las marcas de un antiguo polo industrial, busqué que Cromeleque Pós-Industrial dialogara íntimamente con su entorno. Así como Seixal se transforma a partir de su propia decadencia, la obra refleja la identidad de un lugar que se reinventa, transformando ruinas en un espacio de creación y reflexión. La disposición de los elementos en la obra le confiere un carácter casi ritualístico, donde cada fragmento adquiere nueva significación. Este arreglo no solo celebra el declive industrial, sino que también propone una trascendencia: la idea de que, incluso en la destrucción, existe la posibilidad de renacimiento y reinterpretación.

Para mí, Cromeleque Pós-Industrial es un manifiesto visual que va más allá de la estética: es una invitación a repensar la relación entre progreso, memoria y transformación, donde el fin de una era se convierte en la semilla de un nuevo comienzo.

 
Cromeleque Pós-Industrial I Ticiano Rottenstein
Fonte: Cromeleque Pós-Industrial I Ticiano Rottenstein
Fonte: Escombros Ecoantes l I Ticiano Rottenstein

En su más reciente exposición Escombros Ecoantes, presentada en el MU.SA – Museo de las Artes de Sintra, Ticiano exploró el concepto de arruinamiento como una metáfora de nuestro tiempo. Durante cuatro años de investigación, recolectó materiales de fábricas abandonadas para crear esculturas y assemblages que abordan el ciclo de creación y destrucción. Él explica:

Escombros Ecoantes surgió de una reflexión sobre la fragilidad de nuestro mundo actual. Vivimos tiempos desafiantes, marcados por crecientes tensiones globales que exponen las fisuras de nuestra sociedad. Este contexto de declive me llevó a conectar con los procesos de arruinamiento, encontrando en las ruinas industriales un reflejo simbólico de este colapso civilizacional.

Uno de los descubrimientos más impactantes a lo largo de este proceso fue darme cuenta de que, a medida que me adentraba en este universo, encontraba cada vez más cuestiones filosóficas y existenciales que se vinculan con las grandes problemáticas de nuestro tiempo. Las ruinas, cuando son verdaderamente escuchadas y reflexionadas, tienen mucho que enseñarnos. Revelan una perspectiva única sobre la complejidad del mundo y del ser humano, y quien se permite esa escucha sale, sin duda, más enriquecido, con una comprensión más profunda de la realidad que nos rodea.

Las obras que componen la muestra fueron realizadas con materiales recolectados en las industrias abandonadas de la Margen Sur, en Portugal, y esta serie de trabajos recibió el título ‘Renaciendo entre Escombros: Crónicas sobre un Mundo a la Deriva’.

La exposición construye una narrativa que reflexiona sobre decadencia y transformación, explorando conceptos como Entropía y Sintropía, además de las tensiones entre el Antropoceno y el Simbioceno. Las enseñanzas que emergen del silencio de las ruinas buscan provocar una reflexión sobre las cuestiones sociales, ambientales y políticas que atraviesan nuestra sociedad.

Se trata de una manera de cuestionar la resistencia y la fragilidad, la permanencia y la efimeridad, invitando al espectador a reflexionar sobre el ciclo constante de la vida y la muerte. En el fondo, Escombros Ecoantes es una crónica atemporal, donde pasado, presente y futuro se mezclan. Las historias dormidas en las ruinas se convierten en metáforas poderosas de transformación y resiliencia.

La exposición invita al espectador a escuchar el eco de esos escombros y reflexionar sobre el impacto de nuestras elecciones en el mundo que habitamos, desafiándonos a repensar nuestro lugar en este flujo continuo de la existencia.”

Además de dialogar con el pasado y el presente, Ticiano usa su arte como herramienta de crítica social. En Arrenda-se T0, una de sus performances más impactantes, recreó un microapartamento y lo puso a la venta en lugares icónicos de Lisboa, como la Plaza del Rossio, denunciando la crisis habitacional. “Fue una provocación directa. El precio del alquiler era absurdo, pero no muy diferente de lo que vemos en la realidad. La reacción de las personas fue esencial para la obra.”

Durante la performance, el artista encarnó a un agente inmobiliario que intentaba “alquilar” el espacio por 1.800 euros, destacando la banalización de la especulación inmobiliaria. El acto no fue autorizado por las autoridades, lo que intensificó su potencia disruptiva.

“A nivel personal, esta combinación de arte y actuación fue un gran desafío. Soy una persona naturalmente tímida e introvertida, y exponerme de esta forma, actuando en un espacio público, fue un ejercicio de superación personal. No solo por la performance en sí, sino por ponerme en una situación incómoda, donde la interacción directa con el público generaba reacciones inesperadas. Arrenda-se T0 fue más que una simple obra de arte; fue una experiencia profunda, tanto personal como colectiva, que me desafió a superar mis propios límites y a utilizar el arte como un vehículo poderoso para fomentar discusiones urgentes y pertinentes sobre cuestiones sociales.”

MashUp: La relación entre arte y espacio público está muy presente en tu trabajo. ¿Cómo puede el arte transformar la relación de las personas con la ciudad y cuál es su papel en la preservación de la memoria colectiva?

Ticiano: Creo que el arte tiene el poder de generar transformaciones en la forma en que las personas se relacionan con la ciudad, pero no veo el arte como algo que por sí solo transforme de manera inmediata. Lo que hace es proponer caminos, nuevas formas de mirar y de percibir el espacio urbano. Cuando el arte se inserta en el espacio público, crea una oportunidad para que las personas se involucren de manera más profunda con el entorno que habitan, estimulando una reflexión sobre la ciudad y la propia dinámica social que la atraviesa.

En cuanto a la preservación de la memoria colectiva, veo el arte como una herramienta poderosa, porque puede materializar y eternizar historias, sentimientos y cuestiones que forman parte de un tiempo y lugar determinados. El arte puede ser una forma de documentar lo que es olvidado o invisibilizado por la historia oficial, funcionando como un punto de encuentro entre el pasado, el presente y las generaciones futuras. Al interactuar con el espacio público, el arte se vuelve parte de esa memoria, transmitiendo y preservando experiencias, valores y reflexiones que ayudan a construir el tejido social de una comunidad.

El trabajo de Ticiano Rottenstein no es sobre nostalgia, sino sobre reinvención. Al transformar los restos del mundo industrial en esculturas e instalaciones, propone una nueva manera de mirar lo que fue descartado. “Mi arte no solo trata sobre decadencia, sino sobre posibilidades. Creo que, incluso en el colapso, hay espacio para la reconstrucción. Transformo escombros en narrativas visuales, resignificando lo que fue dejado atrás. Mi objetivo no es solo evidenciar el colapso, sino revelar lo que puede renacer de él.”

La llegada de la paternidad también hizo que su arte se volviera aún más reflexiva sobre la fragilidad y el futuro, agregando una dimensión más personal y urgente a su crítica social y a su búsqueda por la transformación. “Mi práctica siempre ha tenido una conexión con los aspectos más fundamentales de la existencia humana, como la transitoriedad, el duelo y la transformación, pero la paternidad amplió eso. Se volvió imposible no pensar en la vulnerabilidad y fragilidad del mundo que me rodea, especialmente al considerar el futuro de las generaciones más jóvenes.”

Entre ruinas y memorias, su obra nos recuerda que el pasado no desaparece — se transforma, dejando vestigios para que nuevas historias puedan emerger. Cada detalle, cada fragmento resignificado, carga una narrativa única, reflejando no solo el paso del tiempo, sino también la fuerza del arte como herramienta de cuestionamiento y transformación.

CURIOSIDADES

  1. Si pudieras colaborar con cualquier artista:
    Berlinde De Bruyckere y Anselm Kiefer, quienes exploran la fragilidad humana, la memoria colectiva y la devastación, temas centrales en su obra.

  2. La cosa más extraña que alguien le haya dicho sobre su arte:
    Una de las reacciones más inusuales a su trabajo fue cuando alguien afirmó que su arte “da miedo, pero un miedo bueno, como si fuera una experiencia de transformación”, algo que lo hizo reflexionar sobre cómo el arte puede provocar incomodidad y reflexión.
    “Esa percepción me llevó a repensar el verdadero papel del arte. En mi visión, el arte no es solo algo que debe agradar o entretener, sino algo que debe cuestionar, provocar y generar una reflexión genuina. El arte tiene el poder de sacudir certezas, de desestabilizar nuestra visión del mundo y obligarnos a mirar las cosas desde una perspectiva diferente. Ese ‘miedo bueno’, que puede parecer incómodo a primera vista, es en realidad la semilla de la transformación, un catalizador de cambios personales y colectivos. Cuando somos confrontados con algo que nos desestabiliza, es precisamente en ese momento que tenemos la oportunidad de crecer, de entender el mundo de forma más compleja y de cambiar nuestras percepciones sobre él. Con el tiempo, llegué a abrazar más esta idea de que el arte debe incomodar, que tiene la capacidad de sacarnos del lugar común y empujarnos hacia territorios inexplorados. Si provoca extrañeza, incomodidad o miedo, tal vez eso sea una señal de que estamos siendo tocados en algo profundo, algo que necesita ser cuestionado. Para mí, el arte tiene la función de generar impacto, de ser un agente de transformación — y muchas veces, esa transformación comienza con una sensación de miedo, porque es ahí donde ocurren los grandes cambios.”

  3. El consejo más raro:
    Le pidieron simplificar sus ideas y hacerlas más agradables para el público, algo que reforzó aún más su convicción de que el arte debe desafiar, cuestionar y provocar cambios. “El arte, para mí, no necesita ser simplificado ni ‘agradable’ en el sentido convencional. Su función es provocar, cuestionar, deconstruir y, a menudo, desafiarnos a ver el mundo desde nuevas perspectivas. Ese consejo me hizo reflexionar sobre cómo, a veces, las expectativas respecto al público pueden querer reducir la complejidad y profundidad del arte a algo más ‘digerible’ y fácil de entender. Sin embargo, en lugar de sentirme desanimado o frustrado, esa sugerencia solo reforzó mi creencia de que el arte no necesita, ni debe, ser simplificado para encajar en patrones preestablecidos. El arte verdadero a menudo lleva complejidad, tensión e incluso incomodidad, y es precisamente en ese lugar donde ocurren las transformaciones más profundas.”

 

 

 

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