En un país lleno de contradicciones, Ariano Suassuna fue un rebelde con causa: demostrar que el alma cultural de Brasil no estaba en las grandes ciudades, sino en el calor, la fe, el humor y la resistencia del Nordeste. No fue solo un escritor. Fue contador de historias, filósofo, provocador y, sobre todo, defensor de lo que llamaba “el verdadero espíritu brasileño”.
Nacido en 1927 en Paraíba, una de las regiones más empobrecidas del país, Suassuna dedicó su vida a romper con los estereotipos culturales. Para él, el sertón (la región semiárida del noreste brasileño) no era un escenario de fondo, era el protagonista.
Su obra valoraba la música, la oralidad, la religiosidad y la creatividad popular de quienes solían quedar fuera de las élites culturales. Creía que el arte solo tenía sentido si tenía raíces, acento e invención.
Escrita en 1955, Auto da Compadecida (“La compasiva”) es su obra más conocida. Mezcla teatro popular, comedia, catolicismo del pueblo y crítica social. Fue traducida a varios idiomas y adaptada como miniserie y película de culto en Brasil.
A través de la historia de dos pícaros que enfrentan el hambre, el pecado y la salvación, Suassuna demostró que la cultura popular puede ser tan compleja como conmovedora.
En 1970, Ariano lanzó el Movimiento Armorial, un manifiesto cultural que buscaba crear un arte auténticamente brasileño, combinando las tradiciones del Nordeste con influencias medievales y barrocas. Rabeca, pífano, xilografías, literatura de cordel, danzas populares y elementos del barroco colonial se entrelazaban en esta propuesta. Era una respuesta directa a la dependencia estética de Europa. Según él, Brasil no necesitaba copiar, necesitaba reconocerse.
Ariano fue uno de los primeros intelectuales en denunciar el complejo de vira-lata de la cultura brasileña: la idea de que todo lo que viene del exterior es mejor que lo que se produce aquí. Para él, Brasil debía dejar de pedir permiso para existir culturalmente y empezar a reconocer su propia riqueza. Suassuna creía que el arte solo tenía sentido si tenía raíz, memoria e identidad. Por eso valoraba la oralidad, los ritmos regionales, los mitos populares y la religiosidad del pueblo.
Suassuna escribió otras obras fundamentales para entender su visión:
Ariano Suassuna falleció en 2014, pero su mensaje resuena fuerte: Brasil no necesita copiar modelos externos para ser grande. Su riqueza está en la gente, en la historia oral, en el arte cotidiano y en la imaginación colectiva. Demostró que la belleza también vive en lo simple, en lo profundo, en lo nuestro.